Los niños norteamericanos nunca han sabido casi nada de geografía pero todavía les parece demasiado. No quieren saber de ese mundo más allá de su nación que se demuestra a década tras década como altamente irrelevante para sus vidas, cuando no altamente molesto. Ese mundo, si aparece, cuando aparece, viene a ser bajo la forma de Irak, Afganistán o Vietnam. Altamente desagradable y desdichado. No sólo insoportable por sus propias miserias internas y su afán de consumir artículos norteamericanos sino también por las calamidades que trasmiten irredimiblemente a los soldados norteamericanos que acuden allí y regresan, meses más tarde, con el cerebro enloquecido y metidos en el asesinato seriado o la drogadicción.
Estados Unidos no se encuentra pletórico de salud social o de cualquier otra pero mediante estas comprobaciones extranjeras, el exterior deja mucho más que desear. Es decir deja de ser deseado, cesa como objeto de deseo y su conocimiento va perdiendo el escaso interés que pudiera presentar. . ¿Europa? Europa es otra cosa pero sólo a efectos vacacionales o de un veloz y leve turismo cultural. Sin embargo, con el euro tan alto, ni de Europa quiere saberse mucho más por ahora.
Cuenta The New York Times que una encuesta de 2006 de National Geographic reveló que una mitad de los jóvenes norteamericanos entre 18 y 24 años no creen que sea necesario saber dónde se sitúan los países que salen (de tarde en tarde) en sus noticieros. De otra parte, un popular vídeo en YouTube muestra que la joven cantante Kellie Pickler participando en un concurso televisivo (¿Sabes más que un niño de primaria?) dice creer que Europa es un país y que le asombra enterarse de que una nación se llame "Hungary" (Hungría) que le suena a "hambriento" ("hungry") ¿Cómo puede existir un país que se denomina a sí mismo "hambriento"? ¿Cómo va un chico norteamericano a interesarse por ese extraño mundo cargado de tragedias históricas, lenguas innumerables e insondables localizaciones en la ilegible profundidad del mapa?
Vicente Verdú
Estados Unidos no se encuentra pletórico de salud social o de cualquier otra pero mediante estas comprobaciones extranjeras, el exterior deja mucho más que desear. Es decir deja de ser deseado, cesa como objeto de deseo y su conocimiento va perdiendo el escaso interés que pudiera presentar. . ¿Europa? Europa es otra cosa pero sólo a efectos vacacionales o de un veloz y leve turismo cultural. Sin embargo, con el euro tan alto, ni de Europa quiere saberse mucho más por ahora.
Cuenta The New York Times que una encuesta de 2006 de National Geographic reveló que una mitad de los jóvenes norteamericanos entre 18 y 24 años no creen que sea necesario saber dónde se sitúan los países que salen (de tarde en tarde) en sus noticieros. De otra parte, un popular vídeo en YouTube muestra que la joven cantante Kellie Pickler participando en un concurso televisivo (¿Sabes más que un niño de primaria?) dice creer que Europa es un país y que le asombra enterarse de que una nación se llame "Hungary" (Hungría) que le suena a "hambriento" ("hungry") ¿Cómo puede existir un país que se denomina a sí mismo "hambriento"? ¿Cómo va un chico norteamericano a interesarse por ese extraño mundo cargado de tragedias históricas, lenguas innumerables e insondables localizaciones en la ilegible profundidad del mapa?
Vicente Verdú
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