El mexicano Arnoldo Kraus, medico clínico y reumatólogo; humanista y escritor, estuvo de paso por la Argentina para dar una de las charlas de la Jornada Intramed 2006 Médicos en el siglo XXI. Aunque se dedica casi a tiempo completo a la medicina, el año pasado publicó dos últimos libros “¿Quién hablará por ti?” y “Una receta para no morir, cartas a un joven médico”.
No sólo escribe prosa poética, Kraus es también investigador y pensador avezado en temas de bioética. Como columnista de La Jornada de México , le escribió una Carta a Fox y a Montiel y tocó temas como eutanasia , SIDA y otras perlas difíciles. Con mirada crítica, ejerce la medicina y comenta. Aunque a algunos no les guste.
¿Puede un médico en ejercicio tener una opinión abierta sobre eutanasia, publicarla en un diario y seguir caminando por los pasillos de un hospital ?
Hasta hace dos años y medio trabajaba en un hospital de Ciudad de México, muy bueno, donde acabé peleado con el director y con otras personas y terminé yéndome y ellos pidiéndome que me vaya. Quizás a mucha gente no le gusta que se ventilen temas a favor o en contra de la eutanasia, el aborto, la clonación, los suicidios y tantos temas que hoy ocupan muchísimo a la bioética. Hay gente que te respeta por eso y gente que no. Pero creo que siempre hay que viajar comprometido con lo que piensas en la vida.
¿Cuáles son los desafíos de este siglo para la bioética?
Hay gente que dice que la filosofía de este siglo va a ser la bioética. Temas como clonación, ingeniería genética, reproducción asistida, el SIDA, medicina para ricos y para pobres dominan la escena. No hay una nota en el diario que no tenga que ver con la bioética a favor o en contra. Creo que hay que intentar ver a bioética y la ética médica desde un punto vista laico. Hay que tratar de ser seculares en este tipo de problemas porque sino las discusiones son muy complicadas. Los médicos debemos funcionar como guías para orientar al público en general. Creo que estos temas deben ser dominio de la opinión pública y no nada más de los científicos.
¿Qué aporte puede hacer la bioética al SIDA?
El tópico fundamental es África, donde varias poblaciones en 10 ó 20 años van a desaparecer por esta enfermedad. La distribución no equitativa de los recursos para la gente muy pobre es uno de los tópicos más importantes. El SIDA bien tratado ahora se ha convertido en una enfermedad crónica igual que la diabetes, o que la hipertensión. Cuesta mucho: 1.000 ó 1.200 dólares por mes. El otro problema es que sigue habiendo una estigmatización entre quienes tienen SIDA, sobre todo si son homosexuales. Hay muchos fenómenos: escuelas donde no quieren aceptar niños con SIDA, médicos a los que no les gusta poner catéteres porque temen contaminarse. Y la cuestión religiosa, que la ética médica debería tratar de limitar, en cuanto al no uso del condón. Son varios puntos en los que la ética médica podría intervenir.
Hablando de distribución de recursos. La Fundación Gates recibió una inyección enorme de dinero…
Adelanto mi artículo de este miércoles en La Jornada: es una gran lección la que van a dar entre Buffett y Gates, que están juntando más de 50 mil millones de euros. Es bastante más que lo que tienen muchos gobiernos y el ONUSida. Es fantástico lo que van a hacer. Van a destinar el dinero a donde hay que destinarlo, a proyectos que tienen que ver con malaria, SIDA, tuberculosis, las enfermedades que matan a la gente. Lo están haciendo desinteresadamente y con transparencia y van a dar muchas lecciones a los países. Me encanta lo que hacen. Van a poner en aprietos muchas de las iniciativas de los países ricos del mundo.
Cuando no hay una ley que regule, como sucede con las técnicas de fertilización asistida, ¿qué límites se deberían ejercer?
El año pasado y el anterior hubo dos mujeres de 67 y 68 años que tuvieron un hijo. Si me preguntas si debe tener límites el conocimiento humano y la aplicación de la ciencia a partir de ese conocimiento, claro que debe tenerlos. El problema es que a veces la ciencia en su afán de crecer, probar y experimentar, no pone límites. Diría que hay que tratar de encontrar un límite lo suficientemente racional para muchos de los experimentos. Creo que es una aberración que una mujer de esa edad sea madre. Pero algún científico dirá que no, que es válido, y que la clonación reproductiva está bien. Yo creo que no. Eso es lo interesante en la bioética, que es muy difícil encontrar un consenso.
Habiendo tanto por resolver, ¿el médico debe asumir el compromiso de hacerle saber al paciente lo que piensa acerca de estos temas?
Es interesante: qué tanto debe el paciente conocer a su médico. En general los pacientes eligen a sus médicos, no al revés. Te vas dando cuenta qué piensa tu médico respecto de temas que para ti pueden ser muy importantes. Si eres profundamente religiosa y vas con un médico que está a favor del aborto o de la eutanasia, automáticamente buscas otra persona. Creo que eso se va sabiendo conforme se va construyendo la relación médico paciente, sobre todo en casos de pacientes crónicos.
Muchos especialistas de cuidados paliativos aclaran que no están a favor de la eutanasia ¿hay algo reñido entre estas dos posibilidades?
No deberían, creo que son complementarias. Con los cuidados paliativos bien ejercidos muchos pedidos de eutanasia se derogan, porque los pacientes son bien acompañados, bien atendidos, se les van solucionando sus problemas. Muchas veces, pero no siempre. Hay pacientes que a pesar de tener los cuidados paliativos más óptimos, escapan a tener una cierta calidad de vida y siguen pensando que la eutanasia puede ser una solución.
¿Cómo deberíamos empezar a pensar la eutanasia?
El paciente tiene derecho a ejercer su autonomía. Tiene derechos sobre su cuerpo, sobre tu vida, su destino. Por eso creo que la bioética debe ser laica, porque sino es muy complicado hablar desde este punto de vista. Lo que vemos es que los pacientes acuden al pedido de eutanasia por tres razones esenciales: primero por pérdida de la dignidad, segundo por pérdida de la autonomía y tercero por la incapacidad de gozar la vida. Si escuchas a estos pacientes y sus reclamos, se puede comprender que en muchísimas circunstancias tienen razón en pedir lo que piden. Si estas cuestiones básicas son rebasadas, creo que se puede abrir la posibilidad de pensar en la eutanasia. Siguiendo definiciones muy estrictas, cuándo se puede aplicar, qué tan enfermo está el enfermo, cuántas opiniones médicas se necesitan. En esas circunstancias, abrir el tema de eutanasia creo que es imprescindible, no abrirlo es erróneo porque es dejar otra vez en manos de los médicos todas las decisiones y no darle voz al paciente, no darle ninguna autoridad sobre su propia vida.
¿En qué medida la eutanasia es algo que sucede sin nombre?
En la forma pasiva, es decir dejando de hacer, mucho. Y en la forma activa, es decir que el médico le aplique al paciente una sustancia activa para que muera, muy poco. Incluso en Holanda, donde está totalmente legalizada, muchos de los médicos que asisten a los pacientes para que lleven a cabo una eutanasia activa no lo declaran, porque tienen que seguir una serie de pasos muy complicados y tienen miedo de no haberlos seguido correctamente y ser sancionados. En países donde está permitido, sucede con alguna frecuencia. Pero en países del tercer mundo, la eutanasia activa casi no se lleva a cabo.
El diario El Mundo publicó una investigación acerca de cómo la gente usa Internet para hacer consultas a médicos. Esta forma parece facilitar hacer preguntas que se complican cara a cara.
Creo que no es bueno, que es muy impersonal y frío, que es nada más que para solventar los problemas que existen hoy en la práctica médica donde no hay una buena relación entre médicos y pacientes.
Dicen que la medicina china trabaja para la salud y que la medicina occidental trabaja para la enfermedad…
En la época de Mao el paciente le pagaba al médico mientras estaba sano y cuando enfermaba le dejaba de pagar. Me gusta mucho eso. Me gustaría ser más oriental en nuestra medicina.
No sólo escribe prosa poética, Kraus es también investigador y pensador avezado en temas de bioética. Como columnista de La Jornada de México , le escribió una Carta a Fox y a Montiel y tocó temas como eutanasia , SIDA y otras perlas difíciles. Con mirada crítica, ejerce la medicina y comenta. Aunque a algunos no les guste.
¿Puede un médico en ejercicio tener una opinión abierta sobre eutanasia, publicarla en un diario y seguir caminando por los pasillos de un hospital ?
Hasta hace dos años y medio trabajaba en un hospital de Ciudad de México, muy bueno, donde acabé peleado con el director y con otras personas y terminé yéndome y ellos pidiéndome que me vaya. Quizás a mucha gente no le gusta que se ventilen temas a favor o en contra de la eutanasia, el aborto, la clonación, los suicidios y tantos temas que hoy ocupan muchísimo a la bioética. Hay gente que te respeta por eso y gente que no. Pero creo que siempre hay que viajar comprometido con lo que piensas en la vida.
¿Cuáles son los desafíos de este siglo para la bioética?
Hay gente que dice que la filosofía de este siglo va a ser la bioética. Temas como clonación, ingeniería genética, reproducción asistida, el SIDA, medicina para ricos y para pobres dominan la escena. No hay una nota en el diario que no tenga que ver con la bioética a favor o en contra. Creo que hay que intentar ver a bioética y la ética médica desde un punto vista laico. Hay que tratar de ser seculares en este tipo de problemas porque sino las discusiones son muy complicadas. Los médicos debemos funcionar como guías para orientar al público en general. Creo que estos temas deben ser dominio de la opinión pública y no nada más de los científicos.
¿Qué aporte puede hacer la bioética al SIDA?
El tópico fundamental es África, donde varias poblaciones en 10 ó 20 años van a desaparecer por esta enfermedad. La distribución no equitativa de los recursos para la gente muy pobre es uno de los tópicos más importantes. El SIDA bien tratado ahora se ha convertido en una enfermedad crónica igual que la diabetes, o que la hipertensión. Cuesta mucho: 1.000 ó 1.200 dólares por mes. El otro problema es que sigue habiendo una estigmatización entre quienes tienen SIDA, sobre todo si son homosexuales. Hay muchos fenómenos: escuelas donde no quieren aceptar niños con SIDA, médicos a los que no les gusta poner catéteres porque temen contaminarse. Y la cuestión religiosa, que la ética médica debería tratar de limitar, en cuanto al no uso del condón. Son varios puntos en los que la ética médica podría intervenir.
Hablando de distribución de recursos. La Fundación Gates recibió una inyección enorme de dinero…
Adelanto mi artículo de este miércoles en La Jornada: es una gran lección la que van a dar entre Buffett y Gates, que están juntando más de 50 mil millones de euros. Es bastante más que lo que tienen muchos gobiernos y el ONUSida. Es fantástico lo que van a hacer. Van a destinar el dinero a donde hay que destinarlo, a proyectos que tienen que ver con malaria, SIDA, tuberculosis, las enfermedades que matan a la gente. Lo están haciendo desinteresadamente y con transparencia y van a dar muchas lecciones a los países. Me encanta lo que hacen. Van a poner en aprietos muchas de las iniciativas de los países ricos del mundo.
Cuando no hay una ley que regule, como sucede con las técnicas de fertilización asistida, ¿qué límites se deberían ejercer?
El año pasado y el anterior hubo dos mujeres de 67 y 68 años que tuvieron un hijo. Si me preguntas si debe tener límites el conocimiento humano y la aplicación de la ciencia a partir de ese conocimiento, claro que debe tenerlos. El problema es que a veces la ciencia en su afán de crecer, probar y experimentar, no pone límites. Diría que hay que tratar de encontrar un límite lo suficientemente racional para muchos de los experimentos. Creo que es una aberración que una mujer de esa edad sea madre. Pero algún científico dirá que no, que es válido, y que la clonación reproductiva está bien. Yo creo que no. Eso es lo interesante en la bioética, que es muy difícil encontrar un consenso.
Habiendo tanto por resolver, ¿el médico debe asumir el compromiso de hacerle saber al paciente lo que piensa acerca de estos temas?
Es interesante: qué tanto debe el paciente conocer a su médico. En general los pacientes eligen a sus médicos, no al revés. Te vas dando cuenta qué piensa tu médico respecto de temas que para ti pueden ser muy importantes. Si eres profundamente religiosa y vas con un médico que está a favor del aborto o de la eutanasia, automáticamente buscas otra persona. Creo que eso se va sabiendo conforme se va construyendo la relación médico paciente, sobre todo en casos de pacientes crónicos.
Muchos especialistas de cuidados paliativos aclaran que no están a favor de la eutanasia ¿hay algo reñido entre estas dos posibilidades?
No deberían, creo que son complementarias. Con los cuidados paliativos bien ejercidos muchos pedidos de eutanasia se derogan, porque los pacientes son bien acompañados, bien atendidos, se les van solucionando sus problemas. Muchas veces, pero no siempre. Hay pacientes que a pesar de tener los cuidados paliativos más óptimos, escapan a tener una cierta calidad de vida y siguen pensando que la eutanasia puede ser una solución.
¿Cómo deberíamos empezar a pensar la eutanasia?
El paciente tiene derecho a ejercer su autonomía. Tiene derechos sobre su cuerpo, sobre tu vida, su destino. Por eso creo que la bioética debe ser laica, porque sino es muy complicado hablar desde este punto de vista. Lo que vemos es que los pacientes acuden al pedido de eutanasia por tres razones esenciales: primero por pérdida de la dignidad, segundo por pérdida de la autonomía y tercero por la incapacidad de gozar la vida. Si escuchas a estos pacientes y sus reclamos, se puede comprender que en muchísimas circunstancias tienen razón en pedir lo que piden. Si estas cuestiones básicas son rebasadas, creo que se puede abrir la posibilidad de pensar en la eutanasia. Siguiendo definiciones muy estrictas, cuándo se puede aplicar, qué tan enfermo está el enfermo, cuántas opiniones médicas se necesitan. En esas circunstancias, abrir el tema de eutanasia creo que es imprescindible, no abrirlo es erróneo porque es dejar otra vez en manos de los médicos todas las decisiones y no darle voz al paciente, no darle ninguna autoridad sobre su propia vida.
¿En qué medida la eutanasia es algo que sucede sin nombre?
En la forma pasiva, es decir dejando de hacer, mucho. Y en la forma activa, es decir que el médico le aplique al paciente una sustancia activa para que muera, muy poco. Incluso en Holanda, donde está totalmente legalizada, muchos de los médicos que asisten a los pacientes para que lleven a cabo una eutanasia activa no lo declaran, porque tienen que seguir una serie de pasos muy complicados y tienen miedo de no haberlos seguido correctamente y ser sancionados. En países donde está permitido, sucede con alguna frecuencia. Pero en países del tercer mundo, la eutanasia activa casi no se lleva a cabo.
El diario El Mundo publicó una investigación acerca de cómo la gente usa Internet para hacer consultas a médicos. Esta forma parece facilitar hacer preguntas que se complican cara a cara.
Creo que no es bueno, que es muy impersonal y frío, que es nada más que para solventar los problemas que existen hoy en la práctica médica donde no hay una buena relación entre médicos y pacientes.
Dicen que la medicina china trabaja para la salud y que la medicina occidental trabaja para la enfermedad…
En la época de Mao el paciente le pagaba al médico mientras estaba sano y cuando enfermaba le dejaba de pagar. Me gusta mucho eso. Me gustaría ser más oriental en nuestra medicina.
Arnoldo Kraus:
Autor: María Farber. Especial para Clarín.com
Fecha de publicación: Julio 10, 2006 por Revista Per Se
Autor: María Farber. Especial para Clarín.com
Fecha de publicación: Julio 10, 2006 por Revista Per Se
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