Vivían en la antigua ciudad de Afkar dos intelectuales. Casa uno rechazaba y menospreciaba el saber del otro. Porque uno de ellos negaba que los dioses existiesen, y el otro era creyente.
Un día se encontraron ambos en el mercado y, rodeados por su partidarios, empezarona a discutir acerca de la existencia de los dioses. Y, tras horas de acolarada disputa, se seprararon.
Aquella noche, el incrédulo fue al templo y se postró ante el altar, y pidió a los dioses que le perdonaran su antigua impiedad. A la misma hora, el otro erudito, que había defendido la existencia de los dioses, quemó sus libros sagrados, pues se había convertido en incrédulo.
Kahlil Gibran
Los fundamentos antropológicos de la educación*
Hace 3 semanas
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