Rafael Argullol: Hoy, en mi galería de espectros, he visto el espectro deslumbrado de Mersault.
Delfín Agudelo: Te refieres a El Extranjero de Camus
R.A.: Sí, me refiero al extranjero por antonomasia, y sobre todo me refiero al acto supremo y al mismo tiempo perdedor del extranjero que es cuando dispara sobre este árabe en Argel. Siempre me ha llamado la atención ese momento culminante en que Mersault está deslumbrado por la luz oblicua del sol del atardecer. Hay un momento que parece todo el universo detenido y concentradas todas las pulsiones de ese personaje que se siente extraño en todos los lugares. En ese instante que dura unos segundos —unas décimas de segundo— se concentran en la mirada deslumbrada de Mersault lo que ha sido la película de sus últimos días, la muerte de su madre, su soledad después de esa circunstancia, su indiferencia hacia la moral de los demás, su sentirse separado del mundo y de los otros en esos días culminantes de su vida, y su de alguna manera camino hacia ese desenlace en el cual él va a matar pero sin ninguna consciencia previa de que esto pueda suceder. Sin odio ni rencor, sin causa, como si ese cosmos que parece detenido se manifestara en un momento determinado como el puro azar, la pura gratuidad, la pura absurdidad, y eligiera como brazo del destino el brazo de Mersault que se levanta, y sin saber por qué hace ese disparo que le va poner en movimiento ese cosmos que se había detenido. Entre el antes y el después del disparo la vida funciona en su cotidianeidad benéfica y maligna. En el intersticio entre el antes y después, reside en cierto modo el misterio insondable de lo que es alma y de lo que es la condición humana.
Fuente: http://www.elboomeran.com/blog/2/rafael-argullol/
Los fundamentos antropológicos de la educación*
Hace 3 semanas
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