19 ene 2008

El tratamiento de "House" a sus pacientes

La cadena de televisión “cuatro” ha vuelto a reponer capítulos de la serie House y la última medición de audiencias le daba una cuota de pantalla del 13,7% de telespectadores. No es de extrañar que repongan esta serie, ya que es la de mayor éxito de esta cadena.

Como se sabe, esta serie trata de un drama médico que gira en torno al Dr. Gregory House, un médico misántropo y antipático aunque brillante en su desempeño profesional, que trabaja en el Departamento de Diagnóstico del ficticio Hospital Universitario Princeton-Plainsboro de Nueva Jersey. El protagonista está interpretado por el actor británico Hugh Laurie, nominado a varios premios Emmy y ganador de dos Globos de Oro por su interpretación en esta serie.

House es adicto a la vicodina, a causa de un dolor crónico en la pierna derecha derivado de una necrosis muscular, y se le suelen asignar casos muy complejos a los que el doctor se enfrenta de forma impersonal, procurando no tratar con los pacientes en persona. Su falta de respeto por las normas establecidas, siempre que crea que ello contribuirá a la salvación del enfermo, le llevará a continuos enfrentamientos con su equipo médico y con la directora del hospital, Lisa Cuddy, de métodos más ortodoxos.

House encarna un modelo de triunfador atípico. Es un antihéroe: maleducado, arrogante, muy solitario, políticamente incorrecto, brutalmente honesto, con mal carácter y una coraza de hierro tras la cual esconde sus sentimientos. Este personaje hace gala de una seguridad aplastante, un cinismo que roza lo patológico, una conversación sarcástica y una falta de fe, más que probada, en el comportamiento humano.

"Políticamente incorrecto"
Hasta aquí no parece que haya razones humanas y morales para interesarse por esta serie. Sin embargo, hay señales que, analizando en profundidad, nos dan algunas claves para interpretar y decodificar a este personaje desde distintos sistemas de signos. Esta opinión también la comparte el doctor en bioética, Carlo Valerio Bellieni, miembro de la Academia Pontificia para la Vida.

Según Bellieni “el Doctor House, con su autonomía de juicio, es «políticamente incorrecto». Saliéndose de la opinión común, no se deja llevar por las alabanzas de las bien conocidas cúspides del relativismo ético en Medicina: el paciente es último tribunal; el médico un “proveedor de un servicio”. Según Bellieni “occidente ha destruido la capacidad de los médicos para dar juicios morales sobre los comportamientos en Medicina”.

Lo curioso es que estos juicios proceden de un personaje en constante lucha con el mundo. House parece no estar nunca para los pacientes... no es un médico bondadoso, está lleno de dolor; pero atesora una exigencia vital que no le deja desesperarse. Por eso impresiona, en un momento en el que parece que sólo el propio capricho tenga valor, él lucha por sobrellevar lo mejor posible su propia existencia.


La humanidad del "doctor"
El telefilme parece ser una apología de la frialdad ante el paciente. Esta distancia, debida a su propio sufrimiento existencial y físico es, sin embargo, sólo aparente. Aún permaneciendo descortés y asocial, en cada momento y con insistencia trata de llegar al fondo de la persona que debe curar. Habla de manera brusca con los pacientes para convencerles de que acepten un determinado tratamiento, no para secundarles. Sabe que existe un buen comportamiento médico y uno equivocado, y quiere que sus pacientes elijan el bueno.

Parte de su propio sufrimiento pasa por reconocer el de los demás, y a veces, es justo este ensimismamiento el que le hace ver cosas que no ven quienes le rodean.

Otra de las cualidades del personaje es su capacidad para sorprenderse. Siente estupor hacia la misteriosa humanidad de un paciente. Recuerdo un capítulo que me pareció muy emotivo, además de reflejar a la perfección lo apuntado anteriormente.

Durante una intervención quirúrgica a un feto de seis meses, éste le coge su dedo con la manita desde el útero materno. “Nuestro doctor” se queda todo el día contemplando ese dedo sacudido por la fuerza de una vida humana. Una vida que él quiso destruir para salvar a la madre gravemente enferma y que “zarandeó” su conciencia para siempre.

Un líder escondido
Su estupor es la base de su éxito científico: quien se sorprende, tiene curiosidad por mejorar el estado de un paciente, por probar lo imposible y no desfallecer ante la evidencia de un diagnóstico imposible, es el que se convierte en un brillante facultativo.

Esa brillantez profesional se traduce no sólo en que todos confían en él –pacientes, equipo médico y directora del hospital–, sino que todos tratan de imitarle. A eso se le llama liderazgo.

Es un líder de los que no les gusta exhibirse, la gloria mundana, el palmeo o las reverencias. No es amigo de las devociones. Le agrada la soledad, el destierro escogido para “lamerse” las heridas físicas y espirituales de una vida que cree vacía porque no ha descubierto todavía la grandeza de insuflar un sentido positivo y redentor al servicio que presta a los demás.

Descubriendo esta faceta, –la entrega a los demás sin compensaciones, sin interés o codicia–, nuestro personaje alcanzaría la felicidad, la paz y el sentido a su existencia. Y la alcanzaría porque restituiría a los pacientes, en particular y al hombre en general, al objeto con el que fueron creados –ser sujetos con capacidad para amar y ser amados. En esta concepción no cabe la utilización, la posesión o la comercialización del ser humano, sólo cabe revestirlo con los ropajes de la dignidad, caridad y la compasión.

Carmen de Andrés

17 ene 2008

Lugar común

Aquellos que leen novelas y sólo novelas, no saben lo que se pierden. Lo digo a propósito de una pequeña obra que leí ayer de Bruce Bégout, un joven filósofo francés, titulada Lugar común y centrada en el análisis del motel como metáfora concentrada y precisa de numerosos aspectos de la vida contemporánea y, en particular, de nuestra existencia cotidiana.

Esta clase de ensayos ofrecen no únicamente pensamiento y mucho menos pensamiento por las buenas, sino un pensamiento misceláneo y un pensamiento directo, inteligente y por las bravas. Vivir se convierte en menos sin pensar en la diversa anécdota de ir viviendo. No digamos ya si, además, tomamos la rutina como un destino y al destino como un sinsentido. Lugar común recae sobre el instante sucesivo que vivimos y que tan frecuentemente llega, arde y se esfuma, sin conciencia de él. Bégout recrea la insensible importancia de lo pequeño, el valor decisivo de lo efímero y el definitivo peso de lo que acostumbramos a creer banal.

No añadiré ahora nada más que prive al lector de la sorpresa del libro (otro de Bruce Bégout, también en Anagrama, es Zerópolis sobre Las Vegas en cuanto metáfora civilizatoria) pero volveré sin duda sobre el asunto, cada vez más relevante, de nuestra vida cotidiana, convertida en el extracto único de nuestra vida, y sobre el poder de la microexperiencia cruzada por el "embrujo de lo insignificante".

16 ene 2008

Edita UNAM material de lectura digital

A 30 años de su creación, la colección Material de Lectura de la Dirección de Literatura de la UNAM editó en versión digital sus primeros 25 números, mismos que pueden ser consultados en el sitio www.materialdelectura.unam.mx

Se trata de 13 ejemplares de la serie Cuento Contemporáneo, con autores como Sergio Pitol. Elena Poniatowska, Katherine Anne Porter, Edmundo Valadés, María Luisa Bombal, Horacio Quiroga, Inés Arredondo, Italo Calvino y Angel del Campo.

Además, 12 de Poesía Moderna que incluye números dedicados a la obra de W.H. Auden, Jaime Sabines, Jorge Cuesta, Xavier Villaurrutia, Efraín Huerta, Giorgos Sefris, Ezra Pound, José Lezama Lima, Fernando Pessoa, Paul Valéry y Carlos Pellicer.

El portal en red que alberga la colección es editado por Ana Cecilia Lazcano, con el cuidado digital de Griselda Iglesias, y su idea es poner a disposición de millones de lectores los títulos más importantes de la colección que, durante tres décadas, ha reunido una muestra privilegiada de la obra de los escritores más relevantes del siglo XX en un formato económico, de bolsillo y de edición atractiva.

Al momento, la página electrónica ha recibido alrededor de 10 mil visitas en cuatro meses, ya que es una colección muy conocida entre la comunidad universitaria, que ha podido disfrutar de más de 350 títulos a través de sus series Cuento Contemporáneo y Poesía Moderna.

Cursos gratis en Yale

Washington.— El profesor Langdon Hammer, un poeta joven de gafas, que lleva el cabello revuelto, explica a un grupo de alumnos que la poesía moderna busca absolutos, lo que Moore llama “genuino” y la voz del trueno en el caso de Elliot.

Él imparte el curso de Poesía Moderna en la Universidad de Yale, la casa de estudios que ha producido varios presidentes y una de las universidades más caras del planeta. Desde este mes a esos cursos podrán sumarse cientos de estudiantes de China, Argentina y México, entre otros países, y lo harán de la mejor de las maneras: sin pagar un solo centavo. Gratis, cortesía de Yale University.

Se trata del programa Open Yale Courses, un proyecto que la Universidad de Yale construyó durante un año y medio con una donación de la fundación William and Flora Hewlett.

El programa abrirá las puertas de las aulas de la Universidad de Yale para trasladar los cursos a todo el mundo por medio de la internet.

Decenas de universidades están en conversaciones con Yale para incorporar esos cursos a su sistema de enseñanza, sin costo alguno, por medio de sociedades académicas. El programa puede ser accesado por cualquier persona desde la página web http://open.yale.edu/courses/ donde es posible abrir las versiones estenográficas y bajar los archivos de audio y de video de alta calidad de cada de las 24 clases que conforman los cursos que tienen una duración de seis meses.

“Lo que deseamos es transmitir a los estudiantes de cualquier parte del mundo la sensación de que están sentados en el salón de clases”, dijo Diane E. Kleiner Dunham, profesora de Historia del Arte y directora del proyecto. “Durante años hemos producido alumnos brillantes y llegó el momento de democratizar nuestra educación”. El programa fue lanzado en la primera semana de este mes con siete cursos: Astronomía, Fronteras y Controversias en Astrofísica, con Charles Baylin; Poesía Moderna, con el profesor Hammer; Ciencias Políticas, Introducción a la Filosofía Política, con Steven Smith; Psicología, con Paul Bloom; Filosofía, con Shelly Kagan; Estudios Religiosos, Introducción al Viejo Testamento, con Christine Hayes y Física, con Ramamurti Shankar.

La profesora Kleiner dijo que el Instituto Tecnológico de Monterrey participará en el programa y mencionó que están en curso conversaciones para sumar a otras universidades mexicanas. En la India existe un proyecto para transmitir los cursos en distintas universidades del país. En China la televisión educacional decidió transmitir lecturas que serán vistas por millones de chinos.

También utilizarán este novedoso programa el Instituto de Tecnología de Buenos Aires, la Universidad de Ghana, la Universidad de Etiopía, la Universidad de Tokio, la Universidad de Peking y la Universidad Waseda, en Japón.

15 ene 2008

Esperanza y política

Hay un texto de Bertrand Russell que llama mi atención: "En los tiempos de tinieblas, los hombres necesitan una clara fe y una bien fundada esperanza; y el tranquilo valor que no toma en cuenta la dureza del camino." (1)

El ser humano espera muchas cosas (buenas para sí mismo) y, por ello, está dispuesto a depositar su confianza y fiarse hasta de las cosas más increíbles. Podríamos decir que, hasta cierto punto, por naturaleza, el hombre es crédulo y, para marchar en lo cotidiano de la vida, necesita tener confianza.

Esa suerte de instinto que todos tenemos, nos hace buscar la compañía de los demás; es el instinto gregario. De ahí surge la vida social y política. Pero, por otro lado, dicha vida también es problemática y tiene su "lado oscuro". Los demás, los otros, cuya formulación colectiva puede ser "la política" o "el estado" o "el gobierno", no hace falta sino tener la mínima experiencia, representan muchas veces el problema de lo impersonal.

Si bien es cierto que el instinto gregario nos lleva a buscar a los demás, la experiencia de "los demás" en su formalidad de las instituciones estatales o, bien, de su dinámica burocrática, nos deja un cierto sabor de fastidio, enojo, impotencia y, en casos extremos, deseo de venganza.

Por ello, Ernst Cassirer observa: "El conocimiento científico y el dominio técnico de la naturaleza obtienen cada día nuevas e inauditas victorias. Pero en la vida práctica y social del hombre, la derrota del pensamiento racional parece ser completa e irrevocable. En este dominio, el hombre moderno parece que tuviera que olvidar todo lo que ha aprendido en el desarrollo de su vida intelectual. Se le induce a que regrese a las primeras fases rudimentarias de la cultura humana. En este punto, el pensamiento racional y el científico confiesan abiertamente su fracaso; se rinden ante su más peligroso enemigo." (2)

Ese poderoso enemigo es el mito, los nuevos mitos sociales y políticos que, ante un clima de desesperación, conducen a medidas desesperadas y, sobre todo, al incentivo y la exaltación del sentimiento. De ese modo: "Cuando la gente siente un deseo colectivo con toda fuerza e intensidad, puede ser persuadida fácilmente de que sólo necesita el hombre indicado para satisfacerlo." (3)

La gente, entonces, busca al héroe, al caudillo, al hombre clave que la conducirá a la salvación. Y, es cierto, quien configura dicha figura es, ni más ni menos, el político moderno.

"El anhelo de caudillaje aparece tan sólo cuando un deseo colectivo ha alcanzado una fuerza abrumadora y, por otra parte, se ha desvanecido toda esperanza de cumplir este deseo por la vía ordinaria y normal. En esos tiempos, el deseo no sólo se siente hondamente, sino que se personifica." (4)

Pero cuando surgen esas personificaciones, como ya lo ha mostrado bastante el siglo XX con sus caudillos y héroes, han surgido los sistemas totalitarios que aplastan a los individuos y usan a las instituciones para sus fines personales o de grupo.

¿Cómo responder o afrontar ese "lado oscuro" del instinto gregario encarnado en la vida social y política? ¿Es que acaso no es posible la política y, en general, la vida pública como un entramado racional donde los seres humanos seamos justamente "más humanos" y, en suma, mejores personas? En última instancia, ¿puede o no (o hasta dónde) la política hacer bueno al hombre? Es decir, a pesar de nuestras diversas experiencias (muy cercanas) donde quienes tienen un cargo o encargo público fácilmente se corrompen por dinero o lo usan como patrimonio personal cuando es erario, ¿es posible la virtud y la bondad?

Como sostiene Russell, la política debería hacer la vida de los hombres "tan buena como fuese posible" (5). Y eso generando, desde las políticas públicas, un sistema donde los instintos creadores (o creativos) fueran más y mejores que los instintos posesivos (6).

Una institución pública –continúa el pensador inglés- debería de ser juzgada "por el bien o mal que causan al individuo. ¿Estimulan la creatividad, más bien que el afán de posesión? ¿Encarnan o promueven un espíritu de reverencia entre los seres humanos? ¿Preservan el respeto a sí mismo?" (7)

Observando las instituciones estatales, al menos la que tengo en mente, uno se ve inclinado a señalar que, por el contrario, muchas de ellas degradan a los individuos, sobre todo a aquellos que, en afanes de posesión, se autodegradan.

Sin embargo, aún hay esperanza de que, pronto, la vida social y política del hombre se vuelva luminosa y digna. De otra manera, el terreno para que surjan de nuevo los mitos y los caudillos sería el más propicio.

Notas:

(1) Russell, Bertrand: Antología, introducción Luis Villoro, selección Fernanda Navarro, Siglo XXI (El hombre y sus obras), México, 1a. ed. 1971, 18a. ed. 2004, p. 21.

(2) Cassirer, Ernst: The Myth of State, Yale University Press, New Haven, 1946 [versión castellana: El mito del estado, trad. Eduardo Nicol, Fondo de Cultura Económica, México 1947, 2ª. Ed. (Colección popular) 1968, 7ª. Reimpresión, 1992, p. 8]

(3) Ib., p. 332.

(4) Ib., p. 331.

(5) Russell, op. cit., p. 21.

(6) Ib., p. 23.

(7) Ib., p. 26.


Fidencio Aguilar Víquez
lunes, 14 de enero de 2008

10 ene 2008

Avisos

Hola a todos:
Les anexo los siguientes avisos:
  • Asuntos estudiantiles nos informa: En esta ocasión es importante que todos los integrantes de las mesas se presenten el VIERNES 18 DE ENERO, a partir de las 11.00 a.m. hasta las 4.00 p.m. (En razón del día "preuniversitario". Para ello se necesita un "maestro de ceremonia", quizá Javier, y gente que apoye en la presentación de vicerroctoria en el culturarium)
  • A las 9:30 a 12:30 se necesita gente en la sala Vittoria. (especialmente la gente de servicio social: Miriam, Blanca, o Viky, aunque creo que ella ya terminó; Por favor confírmenme quienes van hacer su servicio social en asuntos estudiantiles)
  • Se necesita que también el viernes esté un representante de cada mesa (de preferencia quienes estén realizando su servicio social a través de la mesa) a las 7.45 de la mañana en la entrada del CUC, donde nos ayudarán a ubicar a los alumnos en los salones correspondientes.
  • Ese mismo día, se colocará un stand, como la vez pasada, que deberá estar listo a la 1.30, para que de 2 a 4 lo atiendan dos o más integrantes de su mesa.
  • Por otro lado, les paso las fechas de pláticas que el departamento de Servicio social ofrece cada semestre... les pido que les avisen a quienes realizan el servicio a través de la Mesa, y que no la han tomado... es importante que la tomen, porque sin ella, no les hacen válido el servicio... Si ya la tomaron, no se preocupen, ya no hay que tomarla. Horario (hay que ir SÓLO a UNA): Jueves 10 de enero. Sala Francisco de Vitoria, 2.00 p.m.Martes 15 de enero. Sala Francisco de Vitoria, 2.00 p.m. Por favor necesito de su ayuda. Los que me puedan apoyar, mándenme un mail o dejen un comentario. Necesito que me confirmen para pedir los pases de la comida.
  • CURSO ESPECIAL DE HERMENÉUTICA Y FILOLOGÍA CLÁSICA.
    Les saludo afectuosamente a nombre de la Academia de Lenguas Clásicas Fray Alonso de la Veracruz. Les hago una invitación al curso de Hermenéutica y Filología Clásica. Será imprtido por los investigadores: Dr. Mauricio Beuchot Puente y Dr. Roberto Heredia Correa. El viernes 11 de enero de 5 a 9 pm. Expondrá el Dr. Beuchot: "Las tareas principales de la hermenéutica analógica y su aplicación a la traducción textos y a la disertación de los derechos humanos. El viernes 18 de enero de 5 a 9 pm. Expondrá el Dr. Roberto Heredia Sobre la "Filología latina y la Sátira como género literario": Axiología en algunos autores latinos. El curso se impartirá en el Aula Magna de la Academia. El costo por sesión es de $ 200. Quienes estén interesados confirmen su asistencia por lo menos un día antes.

    Atentamente el Director. Lic. Juvenal Cruz Vega.
    Inscripciones abiertas. Cupo limitado. 7 Poniente No. 502-5 Altos. Centro Histórico Puebla, Pue. Teléfonos 2-46-67-01, Celular 044-22-24-91-89-43

    Espero, entonces, que me puedan ayudar (necesito que me confirmen por mail).
    Con respecto a la conferencia de Beuchot, ojalá podamos ir, pues sería muy interesante ir. ¡Vale la pena!

    Saludos a todos,
    Gracias de antemano!!!
  • 9 ene 2008

    Octavio Paz, del erotismo al amor

    Autor: Ignacio Ruiz Velasco Nuño

    Mi mujer está dormida.
    También es luna,
    claridad que transcurre
    —no entre escollos de nubes,
    entre las peñas y las penas de los sueños:
    también es alma.
    Fluye bajo sus ojos cerrados,
    desde su frente se despeña,
    torrente silencioso,
    hasta sus pies,
    en sí misma se desploma
    y de sí misma brota,
    sus latidos la esculpen,
    se inventa al recorrerse,
    se copia al inventarse,
    entre las islas de sus pechos
    es un brazo de mar,
    su vientre es la laguna
    donde se desvanecen
    la sombra y sus vegetaciones,
    fluye por su talle,
    sube,
    desciende,
    en sí misma se esparce,
    se ata
    a su fluir,
    se dispersa en su forma:
    también es cuerpo.
    (Nocturno de San Ildefonso)


    Hay pretensiones destinadas al fracaso rotundo desde su concepción. Me temo que el lector se encuentra frente a uno de estos casos. Intentar una glosa de la poesía de Octavio Paz o un análisis de su concepción del amor en un corto espacio y, además, sin ser especialista, parece llamado al fracaso. Por eso sólo aventuraré unas reflexiones breves sobre un tema casi inagotable en nuestro recientemente fallecido Premio Nobel de literatura.

    Quise por ello iniciar con un epígrafe un tanto largo: un fragmento de un extenso poema, el Nocturno de San Ildefonso, en unos versos del parágrafo cuarto. Estos versos hablan de dos constantes en la concepción del amor de Octavio Paz: el alma y el cuerpo. El amor requiere de ambos: «para los amantes el cuerpo piensa y el alma se toca, es palpable» . Inseparables, juegan distinto papel. Indispensables, en nuestros días ambos corren sendos peligros:

    «Ahora asistimos a una reversión radicalmente opuesta al platonismo: nuestra época niega al alma y reduce el espíritu humano a un reflejo de las funciones corporales. Así ha minado en su centro mismo a la noción de persona, doble herencia del cristianismo y la filosofía griega. La noción de alma constituye a la persona y, sin persona, el amor regresa al mero erotismo. Más adelante volveré sobre el ocaso de la noción de persona en nuestras sociedades; por ahora, me limito a decir que ha sido el principal responsable de los desastres políticos del siglo XX y del envilecimiento general de nuestra civilización. Hay una conexión íntima y causal, necesaria, entre las nociones de alma, persona, derechos humanos y amor. Sin la creencia en un alma inmortal inseparable de un cuerpo mortal, no habría podido nacer el amor único ni su consecuencia: la transformación del objeto deseado en sujeto deseante. En suma, el amor exige como condición previa la noción de persona y ésta la de un alma encarnada en un cuerpo».

    «La revolución del cuerpo ha sido y es un hecho decisivo en la doble historia del amor y del erotismo: nos ha liberado pero puede también degradarnos y envilecernos»

    En ese espléndido libro que es La llama doble, Paz recoge sus mejores reflexiones sobre el amor. Ahí distingue tres elementos: la sexualidad, el erotismo y el amor, cada uno de ellos con un papel: «el sexo es la raíz, el erotismo es el tallo y el amor la flor. ¿Y el fruto? Los frutos del amor son intangibles» . La íntima relación entre los tres lleva a confusión a muchos. Pero en esa confusión se cifra la pérdida del amor, porque mientras «la sexualidad es animal; el erotismo es humano. (...) El amor es la metáfora final de la sexualidad. Su piedra de fundación es la libertad: el misterio de la persona» .

    De aquí ese bello comentario a un párrafo del Ulises de Joyce:

    «Hay una frase en el monólogo de Molly que no hubiera podido decir ninguna mujer enamorada: me besó bajo la pared morisca y yo pensé bueno tanto da él como otro... No, no es lo mismo con éste o con aquél. Y ésta es la línea que señala la frontera entre el amor y el erotismo. El amor es una atracción hacia una persona única: a un cuerpo y a un alma. El amor es elección; el erotismo, aceptación. Sin erotismo —sin forma visible que entra por los sentidos— no hay amor pero el amor traspasa al cuerpo deseado y busca al alma en el cuerpo y, en el alma, al cuerpo. A la persona entera».

    Reducir el amor a erotismo —como se hace hoy en la publicidad, en los medios de comunicación social, y en amplios ambientes sociales—, es derrotar al amor. Por ello «el gran ausente de la revuelta erótica de este fin de siglo ha sido el amor» . Esto ha provocado una falla, «verdadera quiebra que nos ha convertido en inválidos no del cuerpo sino del espíritu» .

    La llama doble. Amor y erotismo, es también una rica reflexión sobre la persona humana —sobre ese «ser encarnado» de Gabriel Marcel—, en la que destaca la sacralidad de cada uno: «Cada persona es única y por esto no es un abuso de lenguaje hablar de la “santidad de la persona”. La expresión, por lo demás, es de origen cristiano. Sí, cada ser humano, sin excluir a los más viles, encarna un misterio que no es exagerado llamar santo o sagrado» .

    La adecuada concepción del papel del alma y el cuerpo en el amor, es decir, del papel de la persona completa, permite elevarnos de textos aparentemente eróticos a frases, versos y prosas de amor profundo. Quizá el carácter mistérico de esta relación sea el punto clave de esa elevación. Porque para Paz «el amor no es deseo de hermosura: es ansia de “completud”» . Así el amor puede colmarse en una persona humana o en una Persona Divina . Sin embargo, siempre el amor se inicia de una manera inesperada, y hasta cierto punto involuntaria: «El amor es atracción involuntaria hacia una persona y voluntaria aceptación de esa atracción» , «el amor es un misterio en el que libertad y predestinación se enlazan» .

    No nos encontramos frente a un pensamiento meloso o sentimentaloide. Por el contrario, más bien diría que es trágico, como trágico es el verdadero amor: una aventura, una apuesta, un riesgo, un camino cuyo final desconocemos y que, sin embargo, vale la pena recorrer, «y en esto también reside la inmensa seducción que ejerce sobre nosotros el amor. No nos ofrece una vía de salvación; tampoco es una idolatría. Comienza con la admiración ante una persona, lo sigue el entusiasmo y culmina con la pasión que nos lleva a la dicha o al desastre. El amor es una prueba que a todos, a los felices o a los desgraciados, nos ennoblece» .

    Esa es la enorme desgracia de nuestro tiempo, la pérdida del sentido de la aventura del amor, su usurpación por engaños de facilonería erótica comercializada, en la que «el capitalismo ha convertido a Eros en un empleado de Mammon» . Esa huida de las dificultades es porque se teme a la adversidad, incluso de la aparentemente mayor desgracia que es la muerte, porque se olvida que «la muerte es la fuerza de gravedad de amor» y, a la vez «el amor es una de las respuestas que el hombre ha inventado para mirar de frente a la muerte» . No, «el amor no nos preserva de los riesgos y desgracias de la existencia. Ningún amor, sin excluir a los más apacibles y felices, escapa a los desastres y desventuras del tiempo» .

    En su análisis del amor, en esos rodeos hacia el fondo del amor, Paz encuentra cinco rasgos fundamentales de los cuales más tarde reconoce que «pueden reducirse a tres: la exclusividad, que es amor a una sola persona; la atracción, que es fatalidad libremente asumida; la persona, que es alma y cuerpo» .

    La exclusividad es el primero y más importante de los rasgos del amor, pues es ahí donde se distingue plenamente de los pasos previos: la mera sexualidad y el erotismo. «El amor único es una de las facetas de otro gran misterio: la persona humana» . Octavio Paz es tan claro y tajante en este aspecto que no duda en llamar complicidad erótica a esos extraños acuerdos en los que hay infidelidad por parte de ambos. Y en determinar que «el infiel es insensible o cruel y en ambos casos es incapaz de amar realmente» .

    En el segundo rasgo fundamental del amor, nos vemos envueltos en una dicotomía paradójica: «el amor es atracción involuntaria hacia una persona y voluntaria aceptación de esa atracción» , independientemente de que esa persona sea humana o divina: «trátese del amor a Dios o del amor a Isolda, el amor es un misterio en el que libertad y predestinación se enlazan» .

    En el fondo, campea y se enseñorea la noción de persona. Sin ella, no hay amor. Para éste, es necesario el paso por el erotismo, por la parte corpórea del ser humano, pero con la elevación hacia el alma. «La noción de alma constituye a la persona y, sin persona, el amor regresa al mero erotismo» .

    Estas son reflexiones alejadas del frío racionalismo de los neopositivistas y, con ellos, de los científicos. Para todos ellos, el amor es una cuestión inútil, y cualquier reflexión sobre él, palabrería sin sentido. Paz retoma el reto: «todos los enamorados han sentido esa transposición de lo corporal a lo espiritual y viceversa. Todos lo saben con un saber rebelde a la razón y al lenguaje» . Por eso lo califica como «la gran subversión» .

    Dije que La llama doble es un espléndido libro sobre el amor y la persona. Pero no se puede leer sin tener en cuenta y, de preferencia, al lado, su poesía. Hay poemas igualmente subversivos, duros y claros. Blanco es uno de ellos. Con las reflexiones de La llama doble, Blanco adquiere un brillo y esplendor inigualables. Es el paso de la erótica al amor.

    Pero en esa riqueza, Octavio Paz se enfrenta a cuestiones para el insolubles. Si el amor resuelve el misterio por ser él mismo un misterio, la reflexión de Paz trastabillea con temas como la contracepción, alguna incomprensión hacia la Iglesia, una actitud quizá un tanto laxa ante la homosexualidad, y algún otro aspecto similar. Pero en el resto, Paz es un artista con una inteligencia clarividente. Como a Bretón, a él también muchos de sus contemporáneos no lo han entendido y lo han rechazado por no conceder nada a una erótica errada. Todo se cifra, como ya dije, en su definida acepción de persona: «el amor […] es una atracción por un alma y un cuerpo; no una idea: una persona. Esa persona es única y está dotada de libertad; para poseerla, el amante tiene que ganar su voluntad. Posesión y entrega son actos recíprocos» .

    «El amor es intensidad y por esto es una distensión del tiempo: estira los minutos y los alarga como siglos […] El amor comienza con la mirada: miramos a la persona que queremos y ella nos mira. ¿Qué vemos? Todo y nada» .

    “La filosofía de este siglo va a ser la bioética”

    El mexicano Arnoldo Kraus, medico clínico y reumatólogo; humanista y escritor, estuvo de paso por la Argentina para dar una de las charlas de la Jornada Intramed 2006 Médicos en el siglo XXI. Aunque se dedica casi a tiempo completo a la medicina, el año pasado publicó dos últimos libros “¿Quién hablará por ti?” y “Una receta para no morir, cartas a un joven médico”.

    No sólo escribe prosa poética, Kraus es también investigador y pensador avezado en temas de bioética. Como columnista de La Jornada de México , le escribió una Carta a Fox y a Montiel y tocó temas como eutanasia , SIDA y otras perlas difíciles. Con mirada crítica, ejerce la medicina y comenta. Aunque a algunos no les guste.

    ¿Puede un médico en ejercicio tener una opinión abierta sobre eutanasia, publicarla en un diario y seguir caminando por los pasillos de un hospital ?

    Hasta hace dos años y medio trabajaba en un hospital de Ciudad de México, muy bueno, donde acabé peleado con el director y con otras personas y terminé yéndome y ellos pidiéndome que me vaya. Quizás a mucha gente no le gusta que se ventilen temas a favor o en contra de la eutanasia, el aborto, la clonación, los suicidios y tantos temas que hoy ocupan muchísimo a la bioética. Hay gente que te respeta por eso y gente que no. Pero creo que siempre hay que viajar comprometido con lo que piensas en la vida.

    ¿Cuáles son los desafíos de este siglo para la bioética?

    Hay gente que dice que la filosofía de este siglo va a ser la bioética. Temas como clonación, ingeniería genética, reproducción asistida, el SIDA, medicina para ricos y para pobres dominan la escena. No hay una nota en el diario que no tenga que ver con la bioética a favor o en contra. Creo que hay que intentar ver a bioética y la ética médica desde un punto vista laico. Hay que tratar de ser seculares en este tipo de problemas porque sino las discusiones son muy complicadas. Los médicos debemos funcionar como guías para orientar al público en general. Creo que estos temas deben ser dominio de la opinión pública y no nada más de los científicos.

    ¿Qué aporte puede hacer la bioética al SIDA?

    El tópico fundamental es África, donde varias poblaciones en 10 ó 20 años van a desaparecer por esta enfermedad. La distribución no equitativa de los recursos para la gente muy pobre es uno de los tópicos más importantes. El SIDA bien tratado ahora se ha convertido en una enfermedad crónica igual que la diabetes, o que la hipertensión. Cuesta mucho: 1.000 ó 1.200 dólares por mes. El otro problema es que sigue habiendo una estigmatización entre quienes tienen SIDA, sobre todo si son homosexuales. Hay muchos fenómenos: escuelas donde no quieren aceptar niños con SIDA, médicos a los que no les gusta poner catéteres porque temen contaminarse. Y la cuestión religiosa, que la ética médica debería tratar de limitar, en cuanto al no uso del condón. Son varios puntos en los que la ética médica podría intervenir.

    Hablando de distribución de recursos. La Fundación Gates recibió una inyección enorme de dinero…

    Adelanto mi artículo de este miércoles en La Jornada: es una gran lección la que van a dar entre Buffett y Gates, que están juntando más de 50 mil millones de euros. Es bastante más que lo que tienen muchos gobiernos y el ONUSida. Es fantástico lo que van a hacer. Van a destinar el dinero a donde hay que destinarlo, a proyectos que tienen que ver con malaria, SIDA, tuberculosis, las enfermedades que matan a la gente. Lo están haciendo desinteresadamente y con transparencia y van a dar muchas lecciones a los países. Me encanta lo que hacen. Van a poner en aprietos muchas de las iniciativas de los países ricos del mundo.

    Cuando no hay una ley que regule, como sucede con las técnicas de fertilización asistida, ¿qué límites se deberían ejercer?

    El año pasado y el anterior hubo dos mujeres de 67 y 68 años que tuvieron un hijo. Si me preguntas si debe tener límites el conocimiento humano y la aplicación de la ciencia a partir de ese conocimiento, claro que debe tenerlos. El problema es que a veces la ciencia en su afán de crecer, probar y experimentar, no pone límites. Diría que hay que tratar de encontrar un límite lo suficientemente racional para muchos de los experimentos. Creo que es una aberración que una mujer de esa edad sea madre. Pero algún científico dirá que no, que es válido, y que la clonación reproductiva está bien. Yo creo que no. Eso es lo interesante en la bioética, que es muy difícil encontrar un consenso.

    Habiendo tanto por resolver, ¿el médico debe asumir el compromiso de hacerle saber al paciente lo que piensa acerca de estos temas?

    Es interesante: qué tanto debe el paciente conocer a su médico. En general los pacientes eligen a sus médicos, no al revés. Te vas dando cuenta qué piensa tu médico respecto de temas que para ti pueden ser muy importantes. Si eres profundamente religiosa y vas con un médico que está a favor del aborto o de la eutanasia, automáticamente buscas otra persona. Creo que eso se va sabiendo conforme se va construyendo la relación médico paciente, sobre todo en casos de pacientes crónicos.

    Muchos especialistas de cuidados paliativos aclaran que no están a favor de la eutanasia ¿hay algo reñido entre estas dos posibilidades?

    No deberían, creo que son complementarias. Con los cuidados paliativos bien ejercidos muchos pedidos de eutanasia se derogan, porque los pacientes son bien acompañados, bien atendidos, se les van solucionando sus problemas. Muchas veces, pero no siempre. Hay pacientes que a pesar de tener los cuidados paliativos más óptimos, escapan a tener una cierta calidad de vida y siguen pensando que la eutanasia puede ser una solución.

    ¿Cómo deberíamos empezar a pensar la eutanasia?

    El paciente tiene derecho a ejercer su autonomía. Tiene derechos sobre su cuerpo, sobre tu vida, su destino. Por eso creo que la bioética debe ser laica, porque sino es muy complicado hablar desde este punto de vista. Lo que vemos es que los pacientes acuden al pedido de eutanasia por tres razones esenciales: primero por pérdida de la dignidad, segundo por pérdida de la autonomía y tercero por la incapacidad de gozar la vida. Si escuchas a estos pacientes y sus reclamos, se puede comprender que en muchísimas circunstancias tienen razón en pedir lo que piden. Si estas cuestiones básicas son rebasadas, creo que se puede abrir la posibilidad de pensar en la eutanasia. Siguiendo definiciones muy estrictas, cuándo se puede aplicar, qué tan enfermo está el enfermo, cuántas opiniones médicas se necesitan. En esas circunstancias, abrir el tema de eutanasia creo que es imprescindible, no abrirlo es erróneo porque es dejar otra vez en manos de los médicos todas las decisiones y no darle voz al paciente, no darle ninguna autoridad sobre su propia vida.

    ¿En qué medida la eutanasia es algo que sucede sin nombre?

    En la forma pasiva, es decir dejando de hacer, mucho. Y en la forma activa, es decir que el médico le aplique al paciente una sustancia activa para que muera, muy poco. Incluso en Holanda, donde está totalmente legalizada, muchos de los médicos que asisten a los pacientes para que lleven a cabo una eutanasia activa no lo declaran, porque tienen que seguir una serie de pasos muy complicados y tienen miedo de no haberlos seguido correctamente y ser sancionados. En países donde está permitido, sucede con alguna frecuencia. Pero en países del tercer mundo, la eutanasia activa casi no se lleva a cabo.

    El diario El Mundo publicó una investigación acerca de cómo la gente usa Internet para hacer consultas a médicos. Esta forma parece facilitar hacer preguntas que se complican cara a cara.

    Creo que no es bueno, que es muy impersonal y frío, que es nada más que para solventar los problemas que existen hoy en la práctica médica donde no hay una buena relación entre médicos y pacientes.

    Dicen que la medicina china trabaja para la salud y que la medicina occidental trabaja para la enfermedad…

    En la época de Mao el paciente le pagaba al médico mientras estaba sano y cuando enfermaba le dejaba de pagar. Me gusta mucho eso. Me gustaría ser más oriental en nuestra medicina.
    Arnoldo Kraus:
    Autor: María Farber. Especial para Clarín.com
    Fecha de publicación: Julio 10, 2006 por Revista Per Se

    3 ene 2008

    La urgencia de pensar en América Latina

    El castellano y los terrenos donde se habla tienen hoy el peso de pensar el ser. La idea de los gobernantes españoles en América fue evitar que se pensara. Es urgente urdir una democracia distinta. Esperanza en un futuro.

    Durante los primero días de octubre de 2007 se realizó en Madrid el evento “Pensar en español”, una serie de jornadas donde la filosofía de España y de América Latina hizo un examen de su situación histórica, así como de su futuro, bajo la orientación del Instituto de Filosofía del Consejo Superior de Investigaciones científicas de España. (CSIC) y en el seno de las jornadas “Vivamerica” realizadas en Madrid.

    Un elemento común refulge en los filósofos contemporáneos: asumir el castellano como la lengua que recoge las expectativas de millones de seres humanos -cerca de 400 millones-. Esa lengua y ese orbe geográfico tienen hoy sobre su espalda el peso de pensar el ser, el mundo concreto, los significados de nuestra historia.

    Muchas fueron las situaciones paradójicas encontradas en las jornadas: a pesar de que España, Argentina y Méjico traduzcan a la lengua española cientos de textos de pensamiento humanístico y social, y que millares de emigrantes atraviesen el planeta entero, sobre todo rumbo a Europa occidental y los Estados Unidos, nuestro pensamiento latinoamericano continúa siendo una provincia, aislada y desconocida, cuando se le compara con el reconocimiento editorial que tienen en gran parte del planeta las narrativas de ficción de lengua castellana.

    Las razones son múltiples; allí se mezclan la dependencia colonial, la brutal ruptura con los antiguos pueblos americanos, el mismo cierre intolerante que España tuvo desde el siglo XVI en el momento de expulsar a árabes y judíos, fundadores de una cultura esplendida durante la Edad Media. También están los tiempos de la dictadura del General Francisco Franco y el exilio de parte importante de su intelectualidad. Fue así como las prolongadas fracturas que para asumir la modernidad padeció España, las heredamos y las continuamos viviendo latinoamericanos y colombianos.

    Bien lo señaló la investigadora de la UNAM Mercedes de la Garza: por varios siglos la idea de los gobernantes españoles en América fue evitar que se pensara , quedando este afán como un sello angustiante. “Los súbditos americanos nacieron para callar y obedecer”, esto ocasionó un impacto dramático sobre un criollo para quien España permanecía sorda. Contrariamente, el pensamiento que se implantó en América desde el siglo XVI fue una escolática en contravía de lo que se experimentaba en la misma Europa a partir de los efectos filosóficos de Lutero.

    Desde dos orillas

    Para David Sobrerilla nuestro pensamiento ha vivido durante 500 años en medio de una tensión: los universalistas que reclaman una filosofía de Europa y los regionalistas que exigen una postura y una elaboración desde lo latinoamericano. En ambas orillas se ha llegado a una normalización del pensamiento filosófico aunque no se cuente con un número de obras de importancia universal.

    Dos de las posturas más fuertes del evento fueron las expuestas por Ernesto Garzón Valdez y Luis Villoro. El primero puso de presente el desprecio que practicamos los latinoamericanos hacia el pensamiento en español: “No hay mejor forma de ser peruano que ser europeo, y pensar en español no significa excluirnos”. De allí que pensar hoy en español implique tener una profunda conciencia del espacio y del tiempo que habitamos y vivimos: la injusticia social que nos devora, la corrupción galopante. Pero en nuestras naciones, temas empíricos tan cercanos a estos asuntos como pueden ser la seguridad social o los derechos humanos, terminan siendo un asunto excepcional y donde la filosofía tendría una gran oportunidad de interlocución.

    La posición más radical vino desde el pensador mejicano Luis Villoro quien dibujó un mapa donde sólo podemos ubicarnos si tenemos en cuenta nuestras circunstancias: “En América Latina todo es decadencia política, decadencia moral. Nuestras realidades son la injusticia y la exclusión. Una exclusión que avasalló a los pueblos indígenas y afro-descendientes y que hoy avasalla a los más pobres. De allí que la filosofía de América Latina no pueda ser más que una filosofía de la marginación y que ante esta situación sólo nos cabe resistir. Se requiere de un proyecto negativo, que no sea exclusivamente filosófico.”

    Reyes Mate, quien por su parte ha articulado la pregunta de si es posible pensar luego del Holocausto producido por el Nazismo junto a una reflexión de las víctimas contemporáneas del progreso en el mundo, hizo ver la urgencia de revisar nuestros libros de textos de filosofía, pues en ellos el pensar en español ocupa un lugar minoritario. Obras producidas en España como fueron las de Maimónides y Averroes han permanecido enclaustradas no sólo en otro tiempo, sino bajo la etiqueta de “otra cultura”. Parece ser que la negación, la clausura de la memoria y el olvido son los frutos amargos que todavía cosechamos.

    Mirada a los legados culturales

    Pero frente a toda esta situación de apariencia desfavorable ¿qué resta en términos de una razón práctica? El proyecto a futuro parece definirse como multicultural desde América, ya que se trata urgentemente de urdir una democracia por completo distinta. En Bolivia, en Ecuador, en Brasil brotan los gérmenes de esa respuesta en la que un problema de tan hondo calado filosófico como la justicia puede fructificar en discusiones y programas contra la injusticia étnica, económica, política, de género.

    Hoy, luego de 500 años de estar inmersos en la historia de Occidente, los americanos tenemos la oportunidad de examinar con distancia los dos legados culturales que más fuerza han tenido en nuestra estructura moral y política: tanto la teocracia como la filosofía moderna que nos negaron un lugar como sujetos autónomos y mayores de edad.

    Como bien lo señaló Reyes Mate en la clausura del evento: “Hemos aprendido un español a ambos lados del mar; un español resultado del conflicto”. En España quien padeció este conflicto fueron el árabe y el judío, mientras en América sus víctimas terminaron siendo las culturas indígenas y las culturas negras llegadas de África.

    Queda pues a la nueva generación de pensadores un saldo que curar con la memoria y el pasado a cambio de la esperanza de un futuro emancipado. La oportunidad para volver sobre algunos de estos tópicos será el Congreso Iberoamericano de filosofía a realizarse en junio de 2008 en Medellín.

    Autor: Alberto Antonio Verón
    Fecha de publicación: Diciembre 30, 2007 por Revista Per Se

    2 ene 2008

    ¿Quién teme al Hollywood feroz?

    Consideraciones en torno a La brújula dorada

    Como literatura, La brújula dorada (es decir, Luces del Norte) es un relato que, sencillamente, no soportará el paso del tiempo. No es una herejía, ni una nueva encarnación del mal, y tampoco un peligro para la fe de nadie. Se trata de un cuento maniqueo y simplón, con un fuerte tufillo a gnosticismo panteísta, en el que se observa que Philip Pullman no ha entendido demasiado bien la relación metafísica, amorosa, entre Dios y la Creación, la autonomía ontológica del cosmos, y mucho menos el pecado y la entraña misericordiosa de la Redención. Ni que decir tiene que su comprensión de la Iglesia es esperpéntica, tributaria más bien del resentido retrato decimonónico de la Inquisición que debemos a Llorente —historiador que había sido ministro de José Bonaparte—, que a la verdad teológica sobre la Esposa de Cristo.

    Estas novelas y sus equivalentes adaptaciones cinematográficas han sido concebidas como producto de consumo, elaboradas cuidadosamente a la medida de los receptores del mensaje. Los ingredientes son los de casi siempre en el mundo del folclore y las mitologías antiguas, especialmente las orientales, pero banalizados: un mundo paralelo, una heroína prácticamente indefensa ante los todopoderosos malos-malísimos, un poderoso talismán que proteger, una misión que adopta la forma de un viaje iniciático, la salvación del mundo frente a las ansias de poder de los esclavos de sí mismos.

    En la versión cinematográfica, más de lo mismo: una puesta en escena espectacular, los consabidos movimientos de cámara vertiginosos sobre decorados digitales, un reparto de lujo, violencia y sustos innecesarios anejos a los efectos de sonido; y poco más. Pura seducción y aturdimiento sensitivo. Lo justo para dejar boquiabiertos a unos espectadores cada vez más lerdos, cada vez menos exigentes, cuyo paladar estético está cada vez más estragado. Y así, la película, que es realmente entretenida, no oculta sus vergüenzas estéticas: es bastante plana en cuanto a la definición de los personajes —especialmente en el caso de Lord Asriel, uno de los caracteres más prometedores en el arranque de la historia—, de sus motivaciones e intereses, e incluye unas cuantas incoherencias de guión realmente de bulto. También el ritmo de la narración fluctúa entre desiguales altibajos y caídas de tensión, dando la sensación —habitual en las películas de Harry Potter— de que hay tanto que contar que “no da tiempo”, y se lleva al espectador con la lengua fuera de un sitio a otro. La propia protagonista, mucho antes que una posible “hereje”, es simplemente una histérica chillona, caprichosa y malcriada, egoísta a más no poder, que no duda en mentir con tal de conseguir sus propósitos; un ejemplo de maquiavelismo “del duro”, ingrato y tristemente actual.

    Con todo, créanme: hay que ir al cine muy precavido contra esta película para ver en los diálogos, la puesta en escena o el planteamiento ese beligerante anti-catolicismo del que se nos quiere proteger. Véanla y juzguen ustedes mismos, por favor. Insistiré una vez más, aun a riesgo de parecer pesado, o incluso de serlo. La brújula dorada es cine de palomitas, un producto comercial, no artístico, destinado a llenar los cines aprovechando el tirón mediático de la Navidad, y esa tonta necesidad de “entretener” —qué estúpido concepto— a los niños durante las vacaciones a la que tan permeables nos hemos vuelto los cristianos, y a saciar los afanes de lucro del estudio que produce la película, engordando los bolsillos del señor Pullman en concepto de derechos de autor y las cuentas corrientes del equipo de producción. Nada más. No hay nada en el Magisterium que huela a amenaza o crítica contra la jerarquía de la Iglesia más que para quien ya se sentía amenazado. No hay peligro más allá de los ojos que ven sombras en todas partes, pues cada uno lleva consigo sus propios complejos y arrastra penosamente las sombras de su propia tristeza.

    A modo de conclusión: eternidad del Mito y esperanza

    Pienso que, como católicos, lo importante ante este tipo de fenómenos mediáticos es que tomemos conciencia de cuáles son nuestras carencias como espectadores, como lectores, como criaturas artísticas; es decir, como seres para la Belleza —lo cual no tiene nada que ver con ser “consumidores de arte”, que es lo que aspiran a engendrar las multinacionales del ocio—. Los mitos, las grandes historias, lo son porque su valor sapiencial es eterno. Engarzan nuestras vidas, en cuerpo y espíritu, con ese otro nombre de la eternidad que es la Verdad. Esa Verdad se refracta al ir de mente en mente, como un Blanco único que admite ser contado de muchas maneras.

    Los grandes mitos nunca mueren porque son verdad, y la verdad es —hace mucho que se nos anunció esto— eterna. La Verdad en Persona nos lo desveló al revelarse a Sí misma conformando, precisamente, la Historia de la Salvación: el Cuento por antonomasia, el Mito con mayúscula. Y, puesto que sólo las obras de Arte que en verdad lo son están llamadas a perdurar, quizá sea ya la hora de dejar de “verlas venir”, aprovechando el tiempo para prepararnos estéticamente, para convertirnos de nuevo en degustadores de la excelencia artística. Es tarea que sólo depende de nosotros. Juan Pablo II y Benedicto XVI nos lo han dicho en repetidas ocasiones: la Belleza de Dios ha de ser eje central de la predicación del mensaje divino a las gentes en este nuevo milenio. Ése es el norte hacia el que cada uno debería dirigir su propia brújula dorada de cristiano. Y alejar, mientras tanto, todo temor.

    12.28.2007
    Páginas Digital
    Eduardo Segura
    Licenciado en Historia moderna
    y doctor en Filología

    "Lo propio como tierra extraña"

    El santanderino Román Cuartango, profesor de Filosofía de la Universidad de Barcelona, ha publicado recientemente la obra ‘Filosofía de la historia. Lo propio como tierra extraña’, un trabajo que se suma a una prolífica e intensa trayectoria en el campo del pensamiento, la poesía y el ensayo. Entre sus obras destacan ‘Una nada que puede ser un todo (reflexividad en la Ciencia de la Lógica de Hegel)’; ‘Así como fundan los poetas (Heidegger y la poesía de Hölderlin)’; ‘Autodeterminarse (acerca de la conducción de la propia vida)’; y ‘Hegel: filosofía y modernidad’, 2005.

    La filosofía de la historia, subraya, forma parte del interés por saber «qué promesas de salvación anidan en el tiempo y cómo contribuir de la mejor manera a su cumplimiento. Hablamos de la época moderna, en la que se cobra conciencia de ese fenómeno llamado ‘historicidad’». El filósofo y ensayista, profesor Titular de Historia de la Filosofía, Estética y Filosofía de la Cultura, ha centrado su trabajo habitual de investigación en los problemas de la subjetividad y de la racionalidad modernas, la estética...., todo ello en el contexto de una discusión que, desde el final de la modernidad, «se orienta a una revisión de los fundamentos mismos de la Ilustración».

    Resultado de este trabajo son sus contribuciones también en libros colectivos, caso de «Metafísica de la subjetividad y filosofía de la conciencia» y diversos artículos que han visto la luz en en revistas y diarios como ‘Claves de Razón Práctica’ y la santanderina ‘La Ortiga’, entre otras. En las colecciones del proyecto editorial de Antonio Montesino también publicó un ensayo sobre la poesía de José Angel Valente. En su nueva obra, Cuartango recuerda que «la época moderna se halla jalonada por el desencantamiento, por la expulsión de los dioses -racionalización, dominio científico-técnico-, y también por la tendencia a volver al mito». De ahí que nunca se pueda tener completa seguridad respecto a «la consumación de las promesas de felicidad». Y ello se debe sobre todo, apunta el pensador, «a la lucidez sobre la condición histórica: la liviandad, precariedad y caducidad de la existencia, la contingencia y la fragmentariedad radicales del ser, a las que se asocian inevitablemente la inestabilidad y la incertidumbre».

    En este sentido, sostiene que «tan moderna como la confianza en una humanidad emancipada y dueña del universo lo es el sentimiento trágico de la existencia que nace de la experiencia de que el mundo propio es una suerte de tierra extraña». El libro del profesor Román Cuartango se ocupa así de esta lucidez paradójica, de los diversos aspectos de una realidad mudable que provoca preguntas ineludibles, «no a consecuencia del interés académico o erudito, sino porque trata del ser histórico mismo del hombre, directamente comprometido, como se ha dicho, entre lo que tiene que ser y lo que cabe esperar».

    Autor: G. BALBONA
    Fecha de publicación: Diciembre 29, 2007 por Revista Per Se. Barcelona, 2007.

    Autor: Román Cuartango.
    Obra: ‘Filosofía de la historia. Lo propio como tierra extraña.
    Edición: Montesinos.